El Castell de Vila-seca es uno de los principales puntos de interés del municipio. Declarado Bé Cultural d’Interès Nacional, el Castell está situado al norte del municipio, muy cerca del Celler Noucentista de la Cooperativa Agrícola, y destaca por su esbelta silueta rodeada por un frondoso pinar.
El edificio ha sufrido varias modificaciones a lo largo de los años, debido al cambio de propietarios, dando como resultado un edificio de aspecto neomedieval. Es una construcción rectangular, de planta y dos pisos. Cuenta con amplias ventanas en la planta noble, así como balcones saliendo de la torre angular. La Torre de los Olzina, cuyos orígenes atribuyen algunos historiadores al período romano, es la edificación más antigua del actual Castell, del siglo XII. Esta torre de planta cuadrangular dispone de un perímetro interior de 5,10 x 4,25 m. y sus muros exteriores, construidos con grandes sillares, tienen un grosor de casi dos metros.
El Ajuntament de Vila-seca adquirió el Castell dels Comtes de Sicart en el año 2005, el cual lo ha rehabilitado completamente, convirtiéndolo en un equipamiento de carácter municipal y polivalente. En el año 2017 se inició una de las últimas etapas: la adecuación del jardín. El proyecto global permitirá crear un Parc Cultural entre los dos grandes equipamientos que dispone la zona de levante: el Castell de Vila-seca y el conjunto del Celler Nouncentista, que ahora se rehabilitará y se adecuará para usos culturales.
En febrero de 2019, se abrieron las puertas del Castell de Vila-seca en unas jornadas de puertas abiertas a las que asistieron casi 9.000 personas. Durante 10 días, vecinos de Vila-seca y de poblaciones cercanas disfrutaron de los distintos espacios y salas del Castell rehabilitados. El Castell es ahora un espacio expositivo de arte contemporáneo, a raíz de un convenio de colaboración entre la Fundació Vila Casas y el Ajuntament de Vila-seca.
El Castell de Vila-seca es uno de los ítems de la ruta para conocer el centro histórico de Vila-seca a través de los monumentos patrimoniales que disponen de un código QR.
Más información: www.castellvila-seca.cat.
Museo, del 1 de junio al 30 de septiembre (Horario de verano)
Abierto: de martes a domingo: 10.00 – 14.00 h y de 17.00 a 21.00 h
Visitas guiadas: miércoles 19.00 h, sábado 19.00 h, domingo 11.00 h
Lunes cerrado.
Festivos abiertos: 24 junio, 3 y 15 agosto, 11 septiembre.
Museo, del 1 de octubre al 31 de mayo (Horario de invierno)
Abierto: de martes a viernes: 10.00 – 14.00 h
Sábado: 10.00 – 14.00 h y de 16.00 – 20.00 h
Domingo y festivos: 10.00 – 14.00 h
Visita guiada para escolares y grupos : hora concertada (info@castellvila-seca.cat)
Visitas guiadas: sábados y domingos, a las 12.00 h
Lunes cerrado
Festivos abiertos: 17 enero, 7 y 10 de abril, 1 mayo, 12 de octubre, 1 de noviembre, 6, 8, 26 y 31 diciembre.
El Castell de Vila-seca data de la época de la repoblación cristiana en el Camp de Tarragona. La Torre dels Olzina fue, entre los años 1162 y 1168, la torre de defensa del recinto señorial de Vila-seca de los Olzina, coincidiendo con la colonización cristiana del lugar. El recinto fortificado servía para proteger las personas, los animales, la comida, etc. de la amenaza que suponían los saqueadores de la época. En este periodo, el castillo era propiedad de los Olzina gracias a la donación hecha por los señores del Camp de Tarragona al caballero Ramon d’Olzina. Por aquel entonces, el núcleo de población de Vila-seca de los Olzina lo formaban unas cuantas casas erigidas cerca del castillo.
Entre 1437 y 1525, el señorío de Vila-seca de los Olzina fue jurisdicción de la familia Saportella, siendo Tadeu de Saportella quien, en 1525, vendió el castillo y sus territorios al arzobispo Pere de Cardona, que entonces ya era señor de la vecina Vila-seca del Comú. Con la compra del castillo por el arzobispo se produjo la unificación de las dos Vila-secas, y el conjunto de los dos territorios adoptó el nombre de Vila-seca de los Olzina.
A partir de este momento, que coincidió con la época en la que los señores abandonaron la incómoda fortaleza que había sido la cuna de sus antepasados para construir una vivienda con aires de palacio, más lujosa y cómoda, el Castell se convirtió prácticamente en una residencia señorial. El arzobispo Pere de Cardona revendió el castillo alrededor del año 1680 a Joan Kies Helmont, cónsul de Holanda en Barcelona, que fue uno de los promotores de las fábricas de aguardiente en el Camp de Tarragona.
Los sucesores de Joan Kies fueron propietarios del Castell hasta el 31 de diciembre de 1899. Este día el Castell y sus tierras fueron adquiridos por el señor Isidre Sicart i Torrents, Conde de Sicart, que transformó la casa de acuerdo con el proyecto realizado y dirigido por el arquitecto Enric Fatjó i Torras.